Reivindicar el espacio público como un lugar donde también pueden nacer conexiones reales, llevando la conversación sobre las relaciones a las calles de forma valiente, disruptiva y con sentido del humor. La campaña debía reforzar el posicionamiento de Tinder como una app que celebra la autenticidad y la libertad de elegir cómo, cuándo y con quién tener una historia, aunque sea solo por una noche.
Creamos el Flame Bar by Tinder, un bar efímero en pleno centro de Madrid donde la ficción se mezclaba con la realidad. Durante tres noches, los asistentes pudieron vivir una experiencia sensorial y divertida, con cócteles flambeados, música, conexiones reales y un ambiente pensado para que cada momento se sintiera único. Todo inspirado en esa “chispa” con la que empiezan las mejores historias.
La campaña combinó una acción física (OFF) con una ejecución digital (ON) a través de un fake OOH que amplificó la experiencia en redes, demostrando que este formato no es un sustituto barato del medio exterior, sino una herramienta para completar, expandir y amplificar una narrativa que nace en la calle y se multiplica en el entorno digital. Así, la idea solo cobra sentido cuando ambos mundos trabajan juntos.
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